lunes, 24 de marzo de 2008

El Lenguaje abre las puertas del futuro de nuestros niños

Por Karen Garib

El lenguaje, como medio de comunicación, tiene una tremenda importancia en el desarrollo del hombre y de la sociedad. Un adulto con nutrido lenguaje es una persona que se desenvuelve con confianza y transmite con claridad sus ideas y formas de pensar. A la vez cuenta con habilidades para entender mejor su entorno y a quienes lo conforman.

Un buen uso del lenguaje genera una sociedad más comunicativa, productiva y de todas formas más humana, ya que las personas pueden relacionarse con respeto y lograr un mejor entendimiento. Contar con un vasto lenguaje es contar con herramientas primordiales para nuestro desempeño cotidiano, ya que nos permite enfrentarnos a cada una de las situaciones que vivimos.

Es primordial entonces considerar que la riqueza del lenguaje es un tesoro que podemos obtener cada día, pero principalmente desde la infancia. Es en esta etapa de la vida cuando se aprenden las fortalezas y debilidades que marcan a cada persona. Siendo de gran importancia la labor de transmitir y educar a los niños de la mejor forma posible, en especial en el ámbito del lenguaje.

Sin duda que esta tarea, la de enriquecer el vocabulario e inculcar un variado y correcto uso de palabras, recae en quienes están más cerca de los pequeños y comparten a diario con ellos, ya sean padres, hermanos, abuelos, o profesores. Son sus cercanos los encargados de tomar real conciencia de este importante hito, reflexionando que el lenguaje se transformará en una de las llaves que abrirá y cerrará puertas en el futuro de los infantes.

Para comenzar esta labor, de real importancia para el futuro de nuestros niños, debemos tomar conciencia que son ellos los que forjaran las relaciones en una sociedad cercana. Entonces nos corresponde reflexionar sobre las palabras y términos que utilizamos habitualmente, cómo las conjugamos y sobre todo cómo estamos educando.






Es importante que dejemos de hablarles a los pequeños con diminutivos, apodos, o con los clásicos guau guau, papú o los cocó y engrosemos de una vez el vocabulario de los infantes. Limemos nuestra pronunciación, utilicemos un lenguaje preciso, sin necesidad de ridiculizar la dicción, simplemente enseñémosles desde pequeños palabras que utilizarán hasta adultos.

Dentro de esta reflexión que se invita a realizar está inculcar el uso de sinónimos y palabras existentes en el diccionario de la Real Academia y que han sido olvidadas por el desuso, pero que forman parte de nuestra lengua y pueden ser activadas sin problema .
Recordemos que somos un espejo para los niños, ellos son nuestro reflejo y el lenguaje se va formando en la medida que imitan a quienes los rodean, a su vez van asumiendo valores, culturas y formas de actuar.



No olvidemos también que siempre estamos siendo observados y si soñamos con un buen futuro para ellos comencemos prontamente esta primordial tarea

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